Por Alejandro Agudelo, columnista y director Revista de Arte Fragmento.
Parto aclarando desde un punto imprescindible a la hora de tocar este
tema: no creo que una persona homosexual deba ser obligada a cambiar su estilo
de vida. Desapruebo toda actitud despectiva o de odio hacia una persona por el
hecho de ser homosexual. Y del mismo modo desapruebo todo intento de pretender
obligar a pensar que la homosexualidad es un estilo de vida natural y
saludable, repudio la querella en la que se pretende condenar a todo aquel que,
a través de la razón, sabe bien que la homosexualidad está lejos de ser normal
y saludable.
Es apenas normal que muchas personas invadidas por la propaganda de los
movimientos LGBT crean ingenuamente que la homosexualidad es una orientación
normal del ser humano, pero esas son tan solo afirmaciones infundadas.
Según nos ha dejado claro la evidencia empírica psiquiátrica, la
homosexualidad es un trastorno verdaderamente grave y alentar la homosexualidad
como algo natural/normal es una condena en vida para la persona homosexual.
Bien lo afirma el Dr. David Ruiz Vela: «La homosexualidad es una dolencia crónica, degenerativa y mortal, por lo que debe ser considerada grave».
Desafortunadamente, para quienes tienen la voluntad de ayudar a curar a
la homosexualidad y para los que tienen sentimientos homosexuales indeseados
los persigue el ataque constante de los movimientos LGBT, bajo la tiranía de
tildar de discriminación todo buen intento opuesto al de sus consignas.
Pero veamos bien: en la definición anterior el doctor Ruiz llama a la
homosexualidad como “dolencia”, y según nos define la RAE una dolencia es una indisposición, achaque, enfermedad. Al
conocer a la homosexualidad como una dolencia es apenas normal oponerse a
considerarla como un estilo de vida saludable, ¿eso es discriminación? Existen
innumerables grupos y campañas en contra del cáncer de mama, al cual consideran hasta
mortal, y promueven su prevención, ¿es eso una discriminación hacia la mujer?
¿es odio hacia la mujer? De ninguna manera, es un sincero acto de valor y
fraternidad hacia las mujeres que puedan padecer esta terrible dolencia. Así
mismo no podemos, desde ningún punto de vista, sugerir que el interés de ayudar
a sanar la homosexualidad sea un acto de
odio.
Ahora bien, este artículo no busca argumentar y definir a la
homosexualidad como una dolencia grave, pues ya lo han hecho eminentes médicos
mucho más estudiados sobre la homosexualidad. Tampoco es interés del autor
refutar las consignas de los movimientos LGBT. Si el lector se ha sentido
despistado ante estas letras, ya tendrá tiempo para estudiar a profundidad el
tema.
Mi propósito en este articulo es ofrecer una guía para la (auto)terapia
de la homosexualidad, escrita por el doctor Gerard J. M. van den Aardweg,
basado en treinta años de experiencia terapéutica con más de trescientos clientes.
Apoyo y guía constructiva para hombres y mujeres homosexuales con
comportamientos homosexuales no deseados que buscan sanar su dolencia.
Referencias: http://laresistencia.com.pe/publicacion.php?id=la-homosexualidad-debe-ser-considerada-una-dolencia-grave